Estás seguro de que eres tu quien dirige tus pasos. Muchas veces creemos que somos nosotros quien tomamos nuestras decisiones pero la verdad es que las circunstancias o las demás personas terminan decidiendo por nosotros.
¿Quién no ha tenido en su vida el eterno dilema al tener que tomar una decisión?: ¿a quién hago caso, a la mente, al corazón o a los demás? Decisiones sencillas tales como la de tener que asistir o no a una cena, o quizá otras más importantes como si seguir o no con una relación atreverse a cambiar de trabajo. etc.
El proceso de tomar decisiones puede realizarse de manera fluida o sumirnos en un mar de dudas y conjeturas. La seguridad en uno mismo y en nuestros valores muchas veces no es suficiente para tomar una buena decisión.
En cada decisión debemos tener en claro que al primero que tenemos que complacer es a Dios. V 4 “sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.”
Cuando nosotros nos preocupamos por complacer a dios él se encarga de nosotros en todo lo que tengamos que hacer, si tenemos que hablar de su obra, él nos da palabra, él nos dice que hacer, que hablar y cómo actuar en momentos de presión en momentos de dificultad. V 2 “pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.”
El querer agradar a los demás produce en nosotros:
1. Hipocresía. V 5 “Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;” una persona que quiere agradar a los demás siempre se finge amigo de todos y demuestra amar aunque en su corazón no hay nada de eso.
2. Hacemos las cosas por figurar ante los demás. V 6 “ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.” solo actuamos cuando alguien nos está mirando, esto nos convierte en ineptos y mediocres. Colosenses 3: 22-23 “Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.
3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;”
3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;”
Cuando dependemos de Dios nuestro corazón se vuelve sensible al amor. Podemos actuar como padre o como madre. V 7 “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.”
Solo el amor de cristo en nosotros nos hace capaces de amar hasta darlo todo por los demás y por lo que se nos encomienda. V 8 “Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.”
Depender de Dios hace que hagamos las cosas sin esperar algo a cambio, hay personas que no hacen nada si no hay algo a cambio. Cuando hacemos algo por amor lo primero que nos preguntan es ¿Cuánto te pagan? V 9 “Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.”
Depender de Dios es depender de su palabra. V 13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”
Solo cuando amamos podemos soportar cualquier aflicción. El amor nos da la capacidad de luchar sin cansarnos por lo que nos hemos propuesto. V 14- 15 “Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, 2:15 los cuales mataron al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen a todos los hombres,”
Nunca permitas que las circunstancias o personas del mundo guíen tus pasos, eso solo te corresponde a ti con la guía del espíritu santo.
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